Gloria Fernández Cano PSICÓLOGA Y SEXÓLOGA
La pandemia de COVID-19 ha irrumpido en nuestras vidas de forma inesperada, obligándonos al distanciamiento social y modificando así nuestra rutina por completo (trabajo, ocio, sexo, deporte, compras, etc…)
Al ser el sexo una de las formas más íntimas de contacto entre las personas, surge la duda de cómo se está viendo afectado y de qué manera se verá afectado en un futuro. Respecto a este tema hay que aclarar que aquí se va a hablar del sexo durante el confinamiento en personas sanas, dicho de otro modo, personas que no hayan pasado ni estén pasando por la enfermedad.
Aclarado esto, hay muchos factores a tener en cuenta. No todo el mundo vive el confinamiento de la misma manera. La situación personal de cada uno influirá indudablemente en su deseo sexual.
Por una parte, se habrán dado casos en los que ha habido un aumento de la libido. Si se vive en pareja ha podido servir para volver a conectar y disfrutar del sexo sabiendo que no hay otros compromisos sociales en nuestras agendas. Para las personas que les ha tocado estar separadas de sus parejas o que viven solas la masturbación y los juguetes sexuales pueden servir de buenos aliados a la hora de proporcionarse placer. También podemos recurrir al famoso sexting (utilizar teléfonos móviles u ordenadores para el envío de contenido sexual). Eso sí, teniendo siempre mucho cuidado para que el material no caiga en manos no deseadas.
Por otro lado, puede haber personas que tengan la libido por los suelos, es decir, que sus ganas de mantener relaciones sexuales sean prácticamente nulas. Tanto solos como acompañados es recomendable tener paciencia. No nos presionemos. Los abrazos, besos y caricias pueden ser otra forma de mostrar afecto, reforzando la confianza en nuestra pareja. Es habitual que la libido presente fluctuaciones y especialmente en momentos con altos niveles de estrés o ansiedad. Si la falta de libido persistiese en el tiempo sí sería recomendable contactar con un profesional para estudiar conjuntamente lo que puede estar pasando.
Así pues, tanto si ha habido un aumento como una disminución del deseo sexual se considera algo totalmente normal. Como dato curioso, se ha observado aumento de la libido en situaciones de miedo e incertidumbre. Momentos, sobretodo, en los que existe un miedo real a la muerte como puede producirse al enfrentarnos a una enfermedad desconocida, que por desgracia ha acabado con la vida de muchas personas. Es algo que nos hace pensar en nuestra propia mortalidad y buscar actividades placenteras con las que evadirnos.
En un futuro todavía incierto, si hay algo que queda claro es que se van a tener que replantear las prácticas sexuales.
Hasta que el virus no se dé por erradicado o exista alguna vacuna, lo más sensato es que no se mantengan relaciones sexuales en caso de encontrarse mal o presentar sintomatología compatible con la enfermedad.
Los últimos años han estado marcados por una sociedad con una gran libertad sexual donde era relativamente fácil tener encuentros íntimos. Se puede seguir manteniendo este tipo de encuentros utilizando siempre el preservativo para poder disfrutar del sexo de forma segura e higiénica. De momento no hay evidencia de que el Covid-19 pueda transmitirse por fluidos como son el semen o el flujo vaginal aunque por seguridad se desaconseja el sexo oral sin protección. Los gran perjudicados son los besos puesto que se recomienda evitarlos por el intercambio de saliva.
En resumen, pese a las circunstancias sigamos disfrutando del sexo pero ahora más que nunca debemos extremar las precauciones. Evitemos los embarazos no deseados. Evitemos las ETS. Evitemos la propagación del coronavirus. Por nosotros mismos. Por nuestras parejas sexuales. Por todos.