La historia de Sol y Luna
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Si pensamos en una tragedia de amor casi siempre pensamos en Romeo y Julieta, pero ahora voy a contaros una vieja leyenda que os conmoverá. Quiero que quede claro que es una versión mía de la historia para darle un toque diferente.
Cuentan que Sol era un campesino de una villa griega, Luna la hija del patrón. Una noche Luna se escapó a dar un paseo y se puso a bailar en un claro entre los olivos y Sol que andaba cerca se quedó anonadado mirando la blanca y tersa piel de ella.
Las semanas pasaron y Luna volvía una y otra vez al claro, y una y otra vez Sol la contemplaba oculto hasta que un día y tras armarse de valor salió al claro.
— ¿Por qué has tardado tanto? — Preguntó ella con una gran sonrisa.
— Porque no sabía si eras una ninfa y no quería que desaparecieras al verme.
Ella volvió a sonreírle, tendió sus manos y lo invitó a bailar. Él aún dubitativo pero maravillado, cogió sus manos y danzaron toda la noche. Las visitas volvieron a repetirse hasta que los dos acabaron perdidamente enamorados el uno del otro. El padre de ella, que idea tenía de casarla con otro hacendado, suplicó ayuda en el templo de Afrodita y ella escuchó su plegaría.
Afrodita celosa del amor entre los dos jóvenes visitó a Sol vestida con sus mejoras galas, tal era la belleza que irradiaba que se cuenta que a su paso crecieron las plantas. Pero Sol enamorado como estaba la rechazó. Lo que no sabía Sol es que no se puede rechazar a un Diosa y la cólera de Afrodita llegó a oídos de Febo Apolo. Éste conmovido mandó músicos al claro y una carroza de nubes a por Luna. Esa noche Sol y Luna hicieron el amor por primera vez y Apolo cantó la historia en el Monte Olimpo para deleite de los Dioses.
Afrodita al escuchar esto explotó y desnuda bajó de nuevo hasta la cabaña de Sol. Él volvió a rechazarla pero esta vez ella no se marchó, sino que puso su plan en marcha y ayudada por otro Dios subió a Sol al cielo montado en un carro tirado por el viento para que iluminara el día y a ella la subió a lo alto de la montaña más alta para que iluminara la noche.
Tal fue la tristeza que todas las noches las lágrimas de luna llenaban los ríos y Apolo fue a rogar a su padre. Zeus tras escuchar la historia se apenó tanto que utilizó sus dones para que cada cierto tiempo pudieran juntarse y apagar las luces del mundo para compartir su amor al que los celos de otra mujer y la necedad de su padre los condenaron. Por eso en cada eclipse ellos se ocultan y se besan durante ese pequeño instante, para recordarnos que hay cosas que son para siempre.
Autor
gmescritos@gmail.com
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